Los diez hechos 2021 del cine peruano
Por Mónica Delgado
En el segundo año de pandemia, el cine peruano siguió manteniendo los retos en relación a su producción, distribución y exhibición en el ámbito local, y siempre en desventaja ante la ausencia de medidas de protección frente al usual manejo de las exhibidoras que prefieren blockbusters. La crisis de la exhibición, debido a las consecuencias de la COVID-19, que implica salas con restricciones, ha propiciado que se opte más por las taquillas seguras, que dar espacio al cine peruano, muchas veces condenado a poquísimas salas y a horarios nada llamativos (el cine peruano como sinónimo de salas a la 1 p.m.). La pandemia ha extendido el pan de cada día de la exhibición: el cine peruano es más bien un problema que no da réditos económicos para los multicines.
Este 2021 ha sido un año que extendió las dificultades, a tal punto que la presencia peruana en festivales internacionales de impacto ha sido mínima, y más bien se ha priorizado desde algunas estrategias públicas aisladas –como el rodaje de una película de los Transformers- la visibilidad del país como locación para producciones extranjeras. El contexto ha hecho posible que se hable un poco más de cine peruano, a partir de los webinars de muestras o festivales online, sin embargo, no se visibilizan con énfasis sus problemáticas u oportunidades. A continuación, menciono algunos hechos del cine peruano que marcaron este 2021:
- El fallecimiento de Oscar Catacora.La partida del joven cineasta puneño fue un terrible golpe al cine peruano. Por un lado, por las condiciones en que aconteció, debido a una apendicitis no tratada a tiempo al encontrarse en un rodaje en una zona alejada. Y por otro, porque su ausencia frustra la continuidad de una obra breve y valiosa. Wiñaypacha, actualmente en Netflix, lo ubica como un cineasta que logró mucho a nivel expresivo con una sentida ópera prima, además de ser una de las películas peruanas de la década.
- La fiebre por los Transformers. Nunca un film peruano despertó apasionadas declaraciones de ministros ni movilizó a funcionarios ni notas de prensa como lo hizo la filmación de la película estadounidense Transformers: el despertar de las bestias(Transformers: Rise of the Beasts), en Cusco y San Martín. La presencia de un equipo de producción para el rodaje propició acciones rápidas del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, de Promperú, del Ministerio de Cultura y hasta del Ministerio del Interior, mostrando una efectividad única a pesar de la pandemia. Si bien la publicidad estatal a esta producción extranjera buscó promover al Perú como locación para rodajes, puso en evidencia la ausencia de una film commission, una entidad dedicada exclusivamente a la promoción de producciones internacionales en territorio nacional. Lo que hubo más bien fueron medidas inmediatas y puntuales, desarticuladas de política alguna.
- Aún sin ley de cinemateca peruana.Un año más sin contar con este espacio fundamental. Pese a que cada año surgen promesas o iniciativas, que lamentablemente no tienen norte, aún no contamos con los primeros pasos para lograr la creación de una cinemateca peruana. Sin embargo, a fines de octubre, la actual ministra de Cultura, Gisela Ortiz, recibió una propuesta de Ley de parte de un grupo de ciudadanos, sin embargo aún no hay noticias de recojo de aportes de la ciudadanía o de envío del proyecto a discusión al Congreso de la República.
- El reconocimiento al trabajo de Magaly Solier.Debido a su actuación en el film The saint of the imposibledel suizo Marc Wilkins, la actriz ayacuchana obtuvo varios reconocimientos, tanto en el 29° Festival Love is Folly de Bulgaria, como en el 17° Festival de Zúrich. Estos premios suman en una carrera iniciada con éxito en 2005, tras su debut en Madeinusa. Pese a haber sido un año difícil para la actriz, estos logros han hecho valorar su esfuerzo y dedicación en la actuación, tanto en cine y televisión, ya que también apareció en la serie Los otros libertadores con motivo del Bicentenario. A estas alturas, Solier es una actriz que tiene más trabajo y reconocimiento debido a las producciones con directores extranjeros. Un camino afortunado.
- Campaña de multicines por venta de cancha.Con el hashtag #NoDejemosMorirElCine un grupo de multicines emprendió una campaña en redes sociales para sensibilizar sobre las pérdidas que han tenido debido a la pandemia. Si bien el pedido consistía en obtener el permiso del Ministerio de Salud para ablandar los protocolos y poder vender cancha y golosinas dentro de las salas, la estrategia comunicacional se centró en un mensaje confuso, donde se volvía determinante para la existencia del cine (incluso peruano), la operatividad de estos multicines. Sabemos que los multicines han estado la mayoría de las veces de espaldas al cine local, por ello, el hashtag resultó inverosímil en su intención salvadora.
- La denuncia contra director de festival Transcinema.La denuncia de abuso contra John Campos Gómez, también programador peruano, por parte de una crítica de cine mexicana propició la salida como director del festival peruano y de otros eventos latinoamericanos donde colaboraba. La denuncia ayudó a mirar hacia dentro cómo estaban siendo recibidas las denuncias de acoso y violencia sexual y cómo se venían aplicando o no los protocolos en el sector audiovisual peruano. El caso del director Frank Pérez Garland, acusado de acoso por más de una decena de mujeres en 2020, también viene demostrando que hay poco interés en que las denunciantes reciban un poco de justicia.
- El cine peruano de la 1 p.m.Con la reapertura de multicines también se estrenaron algunos films peruanos, pero la mayoría en muy malas condiciones. Ese fue el caso de El viaje macho(2016) de Luis Basurto, estrenado solo en dos salas de Lima, y otras de Arequipa, Huánuco y Huancayo y en horarios difíciles. Igual pasó con Las mejores familias (2020) de Javier Fuentes-León, que llevó tres mil espectadores, o Manco Cápac, la candidata peruana al Oscar, que tras una semana de estreno sintió el ataque de un blockbuster del hombre araña. Dos películas comerciales de cineastas mujeres tuvieron mejor suerte en la taquilla: Medias hermanas de Ani Alva Helfer y Un mundo para Julius de Rossana Díaz Costa.
- La fe en las formas del documental.Dos películas exhibidas en festivales peruanos se han ubicado entre lo más destacable de la producción local en este 2021. Se trata de dos documentales que coinciden en varios puntos: se desarrollan en provincias andinas, bordean las fronteras de la ficción y el documental, tienen títulos largos y ambos exploran el proceso creativo desde la propia mirada del cineasta. Uno de estos trabajos es Esperaré aquí hasta oír mi nombrede Héctor Gálvez, el director de NN y Paraíso. Y el otro documental es De todas las cosas que se han de saber de la cineasta Sofía Velázquez Núñez, un fresco a modo de ensayo sobre el influjo de César Vallejo que pervive en Santiago de Chuco. Queda la expectativa de sus próximas proyecciones durante 2022.
- El ente rector del cine peruano sin cabeza.En enero de 2022 se cumpliría un año desde la salida de Pierre Emile Vandoorne, director de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y Nuevos Medios (DAFO) del Mincul, tras ocho años en ese puesto. A través de encargaturas se ha venido gestionando la oficina durante 2021, lo que ha reducido el rol de DAFO solo a la coordinación y ejecución del presupuesto anual para los concursos de estímulos para proyectos. Llama la atención que este tema gravitante para el diseño y la gestión de la política pública del cine peruano no haya despertado el interés de gremios o interesados. Pareciera que si se echa a andar los recursos vía concursos en piloto automático no hay más de qué preocuparse.
- Pocas mujeres obtienen estímulos del Ministerio de Cultura.Este 2021 ha sido un año difícil para las mujeres del cine peruano. Por un lado, la escasa postulación a los concursos de estímulos, y por otro, los fallos donde apenas se declara ganador a proyectos de mujeres, sobre todo en categorías relevantes. Por ejemplo, en el rubro de proyectos de largometraje de ficción exclusivo para las regiones no hubo ninguna cineasta ganadora, ya que se premió a seis proyectos de hombres (y eso que hubo dos mujeres postulando). En la categoría de proyecto de largometraje de ficción a nivel nacional, de nueve proyectos ganadores, ninguno pertenece al proyecto de alguna directora. Solo hay un proyecto compartido por dos directores (de Eduardo y María Luisa Adrianzén). En la categoría largometraje en construcción, solo cuatro ganadores de proyectos de hombres. La categoría de documental en formato largo hubo un poco de más suerte: de ocho proyectos ganadores, tres fueron de mujeres.
Bonus: La deuda de 800 mil soles de la taquilla por parte de la distribuidora New Century Films al equipo de producción de la película La Foquita, el 10 de la calle. El cineasta Martín Casapía, acompañado de los actores del film, realizó una campaña para exigir la devolución del dinero a esta empresa, que en el colmo de los colmos se declaró en quiebra, pese a que creó en este año una sucursal en Chile o que recibió préstamo de Reactiva Perú. Este hecho demuestra la fragilidad con la que el cine peruano, ya sea comercial o independiente, se enfrenta ante el sistema de distribución y exhibición, gobernado por las leyes del libre mercado, también propenso a estafas y atropellos.
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